Durante la temporada de otoño/invierno los socios de El Sótano podrán disfrutar de “Lindy Bites”, una nueva actividad que combina clases de swing y baile social asistido, capitaneada por dos profesores de excepción: Anabel Núñez y Carlos García. No hace mucho que el swing llegó a Madrid y empezó a propagarse tímidamente por medio del boca oreja. Hoy unos años después podemos decir que vino para quedarse.
El baile que engancha.
Cuenta Anabel, profesora del curso, que el swing “es un fenómeno social; no se limita a las clases de baile sino que hay multitud de eventos, así que es una buena forma de conocer gente y, sobre todo, una vía para salir y divertirse”. Además, todo el mundo puede bailar “no es tan difícil, los nuevos alumnos rápidamente se integran y empiezan a aprender los pasos”. Esto siempre fue así, ya en sus orígenes a finales de los años 20 en Harlem, el swing era un baile social donde todos bailaban con todos.
Es curioso que esta disciplina naciera en un momento de crisis y ahora en plena recesión lo recuperemos. Quizás sea porque en los malos tiempos necesitamos juntarnos, encontrarnos con el grupo y pasarlo bien. Al ser un baile tan social “se establecen relaciones que van más allá y se hace mucha piña entre los que participan”. Anabel habla de lo importante que es la relación entre el líder y el follower “hoy en día cada participante elige su rol, trabajamos la comunicación con la pareja y cuando la conexión funciona es como si volaras”. “Bailamos todos con todos no importa quién seas, es un baile muy integrador. Da igual si llevas un día o diez años” dice Carlos, el otro profesor del curso.
En realidad el termino swing hace referencia a un tipo de música dentro del jazz. Paralelamente al nacimiento del swing surge la forma de bailarlo, justo esto es el “Lindy Hop” un baile que fue ya novedoso en su momento por sus aportaciones técnicas respecto a otros de la época como el charlestón. Es justamente este primer baile el que enseñan los profesores del curso. Carlos nos habla de la improvisación “al igual que en la música jazz en el lindy se improvisa. Hay unos pasos, técnica… pero sobretodo hay mucha imaginación. Esto hace que el baile sea muy divertido y poco previsible”.
¿Pero qué es lo que engancha y hace que repitamos una y otra vez? A Carlos le engancharon las risas “si miras cuando la gente baila no para de sonreír” a Anabel la posibilidad de poder bailar algo tan espectacular “la primera vez que vi un vídeo de Lindy Hop no podía parar de pensar ¿qué baile es ese? Quiero bailarlo”. Así que ya sabes,si quiere sonreír, conocer a gente, mover el esqueleto y encontrar pareja (o al menos hacer amistades interesantes) pásate por El Sótano este otoño. Los participantes disfrutaran de una primera hora de clase y “la segunda hora será lo que llamamos baile asistido donde ellos ponen en práctica lo aprendido, les corregimos, bailamos con ellos o les damos algún truquillo extra”.
Para poder asistir a las clases hay que ser socio. La cuota de socio es sólo de 10€ al mes. Con esta cuota puedes asistir a todas las clases de swing y resto de actividades del espacio hasta completar aforo. Para más información www.elsotano.org.